domingo, 17 de diciembre de 2017

EL ORIGEN DE LOS HUSOS HORARIOS

Cuando el tiempo no tenía una medida universal, los relojes marcaban la hora local siguiendo una única norma: la posición del Sol. Esto hacía que cada viaje o cada cruce de frontera se convirtiera en una aventura para aquellos que debían averiguar cuál era el número de vueltas necesarias que su reloj necesitaba para ajustarse a la hora real de un lugar.
Este ajuste se estimaba en función de la situación del destino: más o menos vueltas si uno viajaba hacia el este o el oeste. En cualquier caso, la ley la imponía el Sol que, allá donde se observase, si se encontraba en el punto más alto marcaba las 12 del mediodía. Un faro de guía para el resto de horas del día.
El método consiguió que, durante años, el mundo se rigiera sin una norma universal. Algo que tuvo validez hasta la llegada del ferrocarril, que hizo que los viajeros y trabajadores comenzasen a ver en el tiempo un problema que dificultaba su capacidad de organización y coordinación.

Una idea de un problema


Fue un ingeniero nacido en Reino Unido quien ideó lo que hoy se conoce como horario universal. Sandford Fleming, que nació hace 190 años, perdió un tren en Irlanda por una confusión en la hora en su billete; donde debía marcar a.m. se podía leer p.m.. En consecuencia, Fleming propuso en 1879 crear un horario que no estuviese ligado a ningún meridiano para así crear un sistema de unificación internacional que permitiese conocer, con exactitud y de forma correcta, la hora en cualquier punto del planeta.
Así, la idea pasaba por usar el meridiano de 180º o meridiano cero como punto inicial para medir el tiempo. Es aquí donde, actualmente, se realizan los cambios de fecha y el primer lugar del planeta donde se hace de día. Por eso, el horario universal se establece en un sistema de 24 horas que, en consecuencia, elimina las franjas horarias. Es decir, en esta medida de tiempo no existe el «ante meridiam» ni el «post meridiam». La única forma de diferenciar el tiempo sería en función del número que marcase el reloj (las 14 horas para la tarde y las 02 horas para la madrugada, por ejemplo).

Greenwich, la guía

El sistema propuesto por Sandford Fleming buscaba crear un sistema para la Tierra que dividiese el mundo en 24 zonas horarias delimitadas por meridianos que irían de norte a sur. Desde Greenwich (Inglaterra), el primero de todos, hacia el este el reloj se adelantaría una hora de forma consecutiva. Y hacía el oeste, restaría.
El mapamundi estaría troceado en zonas horarias (imaginarias), expuso Sandford Fleming. Desde el primero de todos ellos, situado en Greenwich (Inglaterra), el reloj avanzaría una hora hacia el este, meridiano a meridiano, y la restaría hacia el oeste.
Fue en 1884 cuando Sandford Fleming llevó su propuesta ante la Conferencia Internacional del Meridiano, celebrada aquel año en Washington, que aceptó la idea del tiempo universal, pero no la de los husos horarios. No fue hasta 1929 cuando el mundo aceptó, de forma casi unánime (España, por ejemplo, tiene sus relojes adelantados una hora en función del meridiano que le corresponde), este sistema.