domingo, 3 de noviembre de 2013

56 años del lanzamiento de la perra Laika al espacio ( el 3 noviembre 2013)

Hace 56 años, un 3 de noviembre de 1957 y en pleno apogeo de la guerra espacial con Estados Unidos, la agencia soviética lanzaba al espacio al primer ser vivo para ser dispuesto en órbita. Se trataba de la perra Laika, un can criado en las calles de Moscú y elegido debido a su capacidad para soportar las duras condiciones del clima. Cerca de un mes después que la URSS se adelantara a la NASA con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik 1, el líder soviético Nikita Jrushchov requirió una nueva misión a realizarse el día del cuadragésimo aniversario de la revolución bolchevique, el 7 de noviembre de 1957, que incluiría a un perro en su interior. Sin embargo, el apuro en las fechas hizo que la nave no fuese lo suficientemente avanzada como para albergar a un ser vivo, por lo que en sólo cuatro semanas los científicos tuvieron que instalar instrumental para medir la radiación solar, sistemas de generación de oxígeno, filtros de dióxido de carbono, aire acondicionado y comida, que tendría una duración de una semana e incluiría veneno en gelatina. El animal a su vez, tendría medidores de presión arterial, respiración, movimientos y frecuencia cardíaca. Laika, elegida y entrenada junto a "Albina" y "Mushka", pasó todas las exigentes pruebas que incluían lanzamientos en altura, simulaciones de fuerza centrífuga, aceleraciones bruscas y adaptación a entornos de poco espacio por casi 20 días, llegando a deteriorar su condición física. Luego del lanzamiento, Laika sólo pudo sobrevivir en el espacio alrededor de cinco y siete horas, falleciendo a causa del pánico y el sobrecalentamiento de la nave, de acuerdo a estudios dados a conocer en 2002. Hasta antes de aquello, las causas de su deceso habían sido una incógnita, ya que se habló de asfixia y eutanasia, tal como se había dispuesto en un principio. Oficialmente se sabe que después de orbitar la Tierra por 2.570 veces durante 163 días, el Sputnik 2 explotó al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, un 14 de abril de 1958. Una vez finalizada la misión, Oleg Gazenko, uno de los principales investigadores del programa de animales en el espacio y entrenador de Laika, se arrepentiría afirmando que "cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho (...) ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión como para justificar la pérdida del animal". Laika no fue la última en hacer el fatídico viaje, ya que luego la URSS envió a una docena de perros más al espacio, de los que sólo cinco llegaron con vida. El 11 de abril de 2008 se inauguró un monumento en honor a Laika, ubicado en un centro comercial cerca del Instituto de Medicina Militar, en el centro de Moscú.