jueves, 4 de octubre de 2012
LA CONDENA Y LA ABJURACIÓN. PROCESO A GALILEO (1564-1642)
La confesión de Galileo de su herejía, que pronunció el 23 de junio de 1633, de rodillas ante sus juzgadores, siendo por sentencia obligado a la retractación pública, para poder salvar su vida fue la siguiente:
Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto florentino Vicenzo Galilei, de setenta años de edad, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal y puesto de rodillas ante vosotros, los Eminentisimos y Reverendisimos señores Cardenales, Inquisidores generales de la República cristiana universal, respecto de materias de herejía, con la vista fija en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro, que yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré creyendo en lo sucesivo, todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana cree, predica y enseña. Mas, por cuanto este Santo Oficio ha mandado judicialmente, que abandone la falsa opinión que he sostenido, de que el Sol está en el centro del Universo e inmóvil; que no profese, defienda, ni de cualquier manera que sea, enseñe, ni de palabra ni por escrito, dicha doctrina, prohibida por ser contraria a las Sagradas escrituras; por cuánto yo escribí y publiqué una obra, en la cual trato de la misma doctrina condenada, y aduzco con gran eficacia argumentos en favor de ella, sin resolverla; y atendiendo a que me he hecho vehementemente sospechoso de herejía por este motivo, o sea, porque he sostenido y creído que el Sol está en el centro del mundo e inmóvil y que la Tierra no está en el centro del Universo y que se mueve. En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras Eminencias y de todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha legítimamente concebida contra mi, con sinceridad y de corazón y fe no fingida, abjuro, maldigo y detesto los antes mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error o secta, sea cual fuere, contraria a la santa Iglesia, y juro para lo sucesivo nunca más decir ni afirmar de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante sospecha contra mí, antes por el contrario, juro denunciar cualquier hereje o persona sospechosa de herejía, de quien tenga yo noticia, a este Santo Oficio, o a los Inquisidores, o al juez eclesiástico del punto en que me halle.
Juro además y prometo cumplir y observar exactamente todas las penitencias que se me han impuesto o que me impusieren por este Santo Oficio. Mas en el caso de obrar yo en oposición con mis promesas, protestas y juramentos, lo que Dios no permita, me someto desde ahora a todas las penas y castigos decretados y promulgados contra los delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios y los Santos Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos.
Yo, Galileo Galilei arriba mencionado, juro, prometo y me obligo en el todo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mis compromisos, firmo de mi propio puño y letra de esta abjuración, que he recitado palabra por palabra.
Responde a las siguientes cuestiones
a) Realiza un comentario personal sobre la condena a Galileo.
b) ¿Crees que ciencia y fe se contraponen? ¿Son siempre compatibles?
c) Recuerda otros ejemplos de oposición a teorías científicas por su desacuerdo con las concepciones vigentes en otros momentos históricos determinados.