Acabamos de comenzar un nuevo año, en este caso bisiesto, así que quiero aprovechar para compartir las etimologías de los nombres de los meses del año.
Enero: quizá sea el más lejano en nuestra lengua, pero el primer mes debe su nombre al dios romano Jano (Ianus), del que nace el adjetivo Ianuarius. Jano era el dios de las puertas (ianua
en latín significa “puerta”) y de los cambios, por eso abre y cierra el
año, se le representa con dos caras, una mirando al pasado y otra al
futuro. En castellano hemos perdido, en la evolución, la relación con
esta divinidad: Ianuarius > enero pues desapareció la I inicial, pero se conserva en inglés january o en francés janvier. Hasta en valenciano o catalán se mantiene bajo la forma gener.
Febrero: hace referencia a la fiebre. En Fastos del poeta latino Ovidio se lee, en II, 20 que los padres romanos llamaron februa a los instrumentos de purificación. En latín la fiebre se designa con la palabra febris, en la que se aprecia la raíz *febr-,
que da origen al nombre del segundo mes. Era, precisamente, éste un
momento de purificación con algunos rituales para tal fin. Además, la
fiebre siempre ha tenido un valor purificador, sobre todo para curar los
resfriados.
Marzo: Marzo es el mes consagrado al dios de la guerra, a Marte. En latín se le conoce como Mars, Martis, y su adjetivo correspondiente es Martialis o Martius,
en nuestra lengua, marcial. Lo conservamos, por ejemplo, en las artes
marciales o las marchas marciales. Por tanto Marzo es el mes de Marte y
es así porque la campaña militar se iniciaba en este mes, con la llegada
del buen tiempo de primavera tras la parada invernal.
Abril: Es un mes de etimología dudosa. En latín se llama a este mes aprilis y hay quienes lo hacen derivar del verbo aprire
(“abrir”) porque en estas fechas las flores abren con la llegada de la
primavera. Estudiosos posteriores lo relacionan con el término etrusco apru- que quieren relacionarlo con el nombre de la diosa Afrodita (Afro – apru). Es verdad que era un mes consagrado a Venus, la Afrodita romana.
Mayo: No es nuestro quinto mes más fácil de nominar que el cuarto. La tradición más extendida lo asocia con la diosa Maya (en realidad es una Pléyade), de donde maius, el nombre latino del mes. Maya pasa por ser la madre de Mercurio. Se relaciona el vocablo maius con la misma raíz de maiestas (“majestad”), maiores (“mayores, antepasados”) y magnus (“magno, grande”). Pero no sabemos la relación que guarda esta divinidad con la época del año.
Junio: Este mes estaba consagrado a la diosa Juno, Iuno en la lengua de Ovidio. Hay quienes lo hacen relacionar con iuniores (“los jóvenes”) por oposición con los del mes pasado, maiores. También el poeta antes mencionado tiene dudas sobre si proviene el nombre del mes del verbo iungere (“unir”). Al fin y al cabo, Juno era la diosa de los matrimonios, la unión por excelencia.
Julio: Toma su nombre de Julio César, pues nació en este mes y antes del cambio se llamaba Quintilis, pues era el quinto mes en el antiguo calendario romano cuando el año comenzaba en marzo.
Agosto: Si Julio es así por César, Agosto lo es por Octaviano Augusto, su heredero y conocido como el primer emperador de Roma, el Princeps. Quiso el azar que Augusto naciera en el mes Sextilis, el sexto; pero fue el Senado, quien a su muerte, lo honró cambiando el nombre del mes de su natalicio por el suyo propio.
Septiembre: ¿Por qué septiembre, que remonta a
séptimo, es nuestro noveno mes? Pues como ya se ha dicho porque antes el
año comenzaba en Marzo y por eso toda la serie desde septiembre a
diciembre tienen el nombre “desviado” dos unidades respecto al
calendario moderno.
Octubre: era el octavo, de donde toma su nombre.
Noviembre: el primitivo noveno mes.
Diciembre: Cerraba el año el décimo mes pero al añadir enero y febrero al principio, pues ya sabemos, todos se movieron dos posiciones.