domingo, 27 de diciembre de 2015
Cómo ganó Rusia la carrera espacial
Los soviéticos empezaron con ventaja. En octubre de 1957 pusieron en órbita al Sputnik 1 y un mes más tarde a la perrita Laika, en el Sputnik 2. En 1959 lanzaron un satélite que colisionó, por error, con la luna (Luna 2) y con otro obtuvieron la primera foto de la cara oculta de la luna (Luna 3).
lunes, 30 de noviembre de 2015
L’escala
L’escala
Els mapes representen la realitat d'una manera reduïda. L'escala ens indica la proporció que hi ha entre la dimensió d'un territori en la realitat i la dimensió que ocupa en el mapa. En els mapes, l'escala es pot indicar de dues maneres diferents:
- L'escala numèrica s'expressa en forma de fracció. El numerador (1) representa una unitat en el mapa, per exemple, 1 cm. El denominador (2) representa la seva mida en la realitat (20 cm). És a dir, una escala 1/20 significa que 1 cm sobre el mapa equival a 20 cm en la realitat.
- L'escala gràfica és una recta dividida en segments iguals, normalment d'1 cm. Les xifres ens indiquen la mida real a què correspon cada segment.
Podem representar un territori a diferents escales. El mapa A representa el territori al voltant de la ciutat de Tarragona a una escala 1/50.000. El mapa B representa aquest territori a una escala 1/250.000.
En el mapa a escala 1/50.000 la realitat s'ha reduït 50.000 vegades, mentre que en el mapa a escala1/250.000 la realitat s'ha reduït dues-centes cinquanta mil vegades. Per això, el segon mapa és menys detallat que el primer.
domingo, 29 de noviembre de 2015
JORGE JUAN Y LA TIERRA OVALADA
¿Sabías que fue un valenciano quien descubrió que la forma de la Tierra es ovalada?
Posted on by ValenciaBonita
Cabe decir que aquellos tiempos, donde la Santa Iglesia ajusticiaba a quienes pensaban de forma diferente, fueron tiempos donde estudiosos y personajes ilustres fueron perseguidos como es el caso de Giordano Bruno o Galileo, por contradecir la teoría geocéntrica, que establecía que la Tierra era el centro del universo.
Volviendo al tema en cuestión, Luis XV estableció dos expediciones para la investigación: una en Laponia y otra cerca de Quito, Perú. La expedición en Laponia fue encabezada por Pierre Maupertuis, con la participación del físico sueco Anders Celsius.
En la expedición americana, que contaba con la colaboración del entonces rey español Felipe V, casualmente se decidió, y recomendó por parte del monarca, que participaran dos españoles acompañados de un científico de confianza del primer rey Borbón de España:
- Un valenciano de 21 años llamado Don Jorge Juan y Santacilia (Monforte del Cid 1713 – Madrid 1773) o también conocido como Jordi Juan. A pesar de constar en Monforte el nacimiento, dos poblaciones se han llegado a disputar su nacimiento: Monforte y Novelda. (PINCHA AQUÍ PARA LEER MÁS)
- Un andaluz de 19 años llamado Antonio de Ulloa.
- Un tal Pedro Vicente Maldonado, el científico nacido en Perú.
- Caballero de la Orden de Malta
- Comendador de Aliaga en la Religión de San Juan.
- Jefe de Escuadra de la Real Armada.
- Capitán de la Compañía de Caballeros Guardia-Marinas.
- Director del Real Seminario de Nobles.
- Del Consejo de S. M. en la Junta de Comercio y Moneda.
- Embajador del Rey en la Corte de Marruecos.
- Consiliario de la Real Academia de San Fernando.
- Socio correspondiente de la Real academia de las Ciencias de París.
- Miembro de la Real Sociedad de Londres.
- Miembro de la Academia de Berlín.
Gracias a esta obra se reveló por fin que el grado del meridiano en el ecuador era más corto que en el Círculo Polar, así que la Tierra se encontraba achatada por los polos, confirmando así la teoría del físico inglés Isaac Newton, siendo Don Jordi o Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron los primeros estudiosos en publicarlo de una forma científica.
La inscripción que consta en la lápida dice lo siguiente:
“…El Excmo. Sr. D. Jorge Juan y Santacilia, natural de Novelda, en el reino de Valencia, Caballero de la Orden de Malta, Jefe de la Armada, Capitán de los Guardiamarinas y Director de su Escuela, Rector del Seminario Real de Nobles de Madrid, que después de haber dominado el mar con barcos de nuevo tipo y construcción, explorando el África como Embajador en Marruecos, recorriendo la América para levantar el plano de la Tierra y Europa para llevar a cabo investigaciones literarias, con las que ilustró sus Academias, como la Española de San Fernando, la francesa, la inglesa y la prusiana, entregó al Señor la vida que de Él había recibido, y que ennobleció con su piedad y buenas costumbres, a los sesenta años de edad, en Madrid, el 21 de junio del año del Señor 1773. Sus desconsolados hermanos Bernardo y Margarita cuidaron de que fuese colocado y levantado un monumento, con el consentimiento del Ilmo. D. D. Juan Zapata, Marqués de San Miguel de Gros, patrono de la capilla…”
(Original en Latín. Traducción al español de la lápida funeraria de D. Jorge Juan y Santacilia)
Por cierto, ¿os acordáis de este billete? Fue en honor del ilustre valenciano.¿Y de este sello?
En la actualidad se podía encontrar un sello en euros también en honor al valenciano:
viernes, 20 de noviembre de 2015
El padre del Big Bang, Georges Lemaître
Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein
El padre del Big Bang, Georges Lemaître, fue sacerdote además de formidable matemático
Sabido es que ciencia y religión nunca han mezclado demasiado bien.
Hubo un tiempo, ya lejano, en el que conciliar ambos términos era no
sólo recomendable, sino casi obligatorio. Y, si no, que le pregunten a
las cenizas de Giordano Bruno o a su compatriota Galileo, conminado muy a
su pesar a recolocar la Tierra en el centro del Universo cuando ésta ya
había encontrado su lugar. Si los católicos lo pasaban mal, mejor no
les iba a los protestantes y así, Kepler, coetáneo de los anteriores, a
punto estuvo de ver a su madre arder en la hoguera igual que al
fantasioso de Bruno por su supuesta brujería.
Sin embargo, no siempre los prejuicios circulan en el mismo sentido. Incluso en tiempos más recientes.
Tal vez un ejemplo de ello sea el físico y matemático belga Georges Lemaître. Apenas un cráter en la Luna y el nombre de un vehículo espacial de la ESA –el ATV5, ya igualmente convertido en cenizas– nos lo recuerdan. Y eso que estamos hablando del hombre que se atrevió a corregir –educadamente, eso sí– al mismísimo Albert Einstein, prediciendo lo que más tarde Edwin Hubble comprobaría con los telescopios de Monte Wilson: la expansión del Universo. Lo que hoy todos conocemos como el Big Bang.
Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) en 1894. Apasionado por las ciencias y la ingeniería, tuvo que interrumpir sus estudios con veinte años para defender a su país, inmerso en la Primera Guerra Mundial, siendo incluso condecorado como oficial de artillería. No debió de gustarle nada lo que allí vivió y, horrorizado, decidió tomar los hábitos y ordenarse sacerdote. Corría el año 1923. Pero Lemaître no abandonó su primera vocación. Su formación académica en física y matemáticas fue formidable, comenzando por su paso por la Universidad de Cambridge y terminando con su doctorado en el todavía mítico MIT estadounidense, institución en la que se doctoraría.
Poco después –en el año 1927– publicaría en una revista local el esbozo de su modelo de universo. Partiendo de los postulados de Einstein –un cosmos estático de masa constante– llega a un resultado totalmente diferente: el radio del universo tenía que crecer de forma continua para ser estable. Al enterarse, el genio alemán rechaza la idea con virulencia: "Sus cálculos son correctos, pero el modelo físico es atroz". Y eso que Lemaître siempre haría uso de la famosa constante cosmológica inventada por el propio Einstein, de la que más tarde el alemán renegaría con mayor vehemencia incluso que la utilizada por Galileo para escapar de la pira purificadora. En 1931 su trabajo alcanza las páginas de Nature, y en él se detalla su teoría completa del ‘átomo primigenio’ o ‘huevo cósmico’, derivándose de entre sus líneas lo que luego daría en llamarse exclusivamente Ley de… Hubble.
Einstein y Lemaître coincidirían en varias ocasiones. Einstein, agnóstico, recelaba del cura belga, puesto que su modelo cosmológico lógicamente arrastraba a un origen ¿divino? en el espacio-tiempo, y eso no le gustaba ni a él ni a muchos astrofísicos. Pero lo admiraba. En una ocasión, durante una estancia en Bruselas y disertando ante un erudito auditorio, Einstein espetó: "Supongo que no habrán entendido nada, a excepción claro está del abate Lemaître". En territorio comanche, juntos en Princeton, Einstein también dejaría caer al oír predicar a su colega belga: "Ésta [por Lemaître] es la más hermosa explicación de la Creación que nunca haya escuchado". Otra cosa es que hablara realmente en serio.
Como es natural, la fama de Lemaître no tardó en llegar al Vaticano. A pesar de los despectivos intentos del tan brillante como lenguaraz Fred Hoyle y los seguidores de la teoría del universo estacionario –el mismo Hoyle, durante un programa de radio de la BBC, bautizaría con bastante mala intención la teoría de Lemaître como Big Bang en 1949–, el modelo de universo en permanente expansión era imparable. Georges Lemaître ocuparía durante su vida distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del papa Pío XII. Y éste no quería dejar pasar semejante oportunidad. Si el Universo tiene 13.700 millones de años, ¿importaría mucho que se creara en los siete días bíblicos o en poco más de 10-35 segundos? Con gran pesar de Pío XII –que, curiosamente, fue elogiado por Einstein en su defensa de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial–, Lemaître huyó de explotar la ciencia en beneficio de la religión. Suyas son las palabras:
"El científico cristiano tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus criaturas. Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis científica. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe". Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe.
Georges Lemaître falleció en 1966, sólo dos años después del hallazgo irrefutable de la radiación del fondo de microondas, el eco proveniente del origen del Universo, de su Big Bang. Quizá su nombre pintado en la chapa de un carguero espacial no haga justicia suficiente a una mente —creyente o no— divina.
Sin embargo, no siempre los prejuicios circulan en el mismo sentido. Incluso en tiempos más recientes.
Tal vez un ejemplo de ello sea el físico y matemático belga Georges Lemaître. Apenas un cráter en la Luna y el nombre de un vehículo espacial de la ESA –el ATV5, ya igualmente convertido en cenizas– nos lo recuerdan. Y eso que estamos hablando del hombre que se atrevió a corregir –educadamente, eso sí– al mismísimo Albert Einstein, prediciendo lo que más tarde Edwin Hubble comprobaría con los telescopios de Monte Wilson: la expansión del Universo. Lo que hoy todos conocemos como el Big Bang.
Lemaître nació en Charleroi (Bélgica) en 1894. Apasionado por las ciencias y la ingeniería, tuvo que interrumpir sus estudios con veinte años para defender a su país, inmerso en la Primera Guerra Mundial, siendo incluso condecorado como oficial de artillería. No debió de gustarle nada lo que allí vivió y, horrorizado, decidió tomar los hábitos y ordenarse sacerdote. Corría el año 1923. Pero Lemaître no abandonó su primera vocación. Su formación académica en física y matemáticas fue formidable, comenzando por su paso por la Universidad de Cambridge y terminando con su doctorado en el todavía mítico MIT estadounidense, institución en la que se doctoraría.
Poco después –en el año 1927– publicaría en una revista local el esbozo de su modelo de universo. Partiendo de los postulados de Einstein –un cosmos estático de masa constante– llega a un resultado totalmente diferente: el radio del universo tenía que crecer de forma continua para ser estable. Al enterarse, el genio alemán rechaza la idea con virulencia: "Sus cálculos son correctos, pero el modelo físico es atroz". Y eso que Lemaître siempre haría uso de la famosa constante cosmológica inventada por el propio Einstein, de la que más tarde el alemán renegaría con mayor vehemencia incluso que la utilizada por Galileo para escapar de la pira purificadora. En 1931 su trabajo alcanza las páginas de Nature, y en él se detalla su teoría completa del ‘átomo primigenio’ o ‘huevo cósmico’, derivándose de entre sus líneas lo que luego daría en llamarse exclusivamente Ley de… Hubble.
Einstein y Lemaître coincidirían en varias ocasiones. Einstein, agnóstico, recelaba del cura belga, puesto que su modelo cosmológico lógicamente arrastraba a un origen ¿divino? en el espacio-tiempo, y eso no le gustaba ni a él ni a muchos astrofísicos. Pero lo admiraba. En una ocasión, durante una estancia en Bruselas y disertando ante un erudito auditorio, Einstein espetó: "Supongo que no habrán entendido nada, a excepción claro está del abate Lemaître". En territorio comanche, juntos en Princeton, Einstein también dejaría caer al oír predicar a su colega belga: "Ésta [por Lemaître] es la más hermosa explicación de la Creación que nunca haya escuchado". Otra cosa es que hablara realmente en serio.
Como es natural, la fama de Lemaître no tardó en llegar al Vaticano. A pesar de los despectivos intentos del tan brillante como lenguaraz Fred Hoyle y los seguidores de la teoría del universo estacionario –el mismo Hoyle, durante un programa de radio de la BBC, bautizaría con bastante mala intención la teoría de Lemaître como Big Bang en 1949–, el modelo de universo en permanente expansión era imparable. Georges Lemaître ocuparía durante su vida distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del papa Pío XII. Y éste no quería dejar pasar semejante oportunidad. Si el Universo tiene 13.700 millones de años, ¿importaría mucho que se creara en los siete días bíblicos o en poco más de 10-35 segundos? Con gran pesar de Pío XII –que, curiosamente, fue elogiado por Einstein en su defensa de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial–, Lemaître huyó de explotar la ciencia en beneficio de la religión. Suyas son las palabras:
"El científico cristiano tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus criaturas. Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis científica. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe". Tras escuchar a Lemaître, el prudente Pío XII abandonó la idea de hacer del Big Bang un dogma de fe.
Georges Lemaître falleció en 1966, sólo dos años después del hallazgo irrefutable de la radiación del fondo de microondas, el eco proveniente del origen del Universo, de su Big Bang. Quizá su nombre pintado en la chapa de un carguero espacial no haga justicia suficiente a una mente —creyente o no— divina.
Enrique Joven Álvarez es doctor en
Ciencias Físicas y trabaja como ingeniero en el Instituto de Astrofísica
de Canarias (IAC). Compagina sus tareas científico- técnicas con la
divulgación y la escritura de ficción. Ha publicado dos novelas con la
astronomía como eje principal: 'El Castillo de las Estrellas'
(RocaEditorial, 2007) y, recientemente, 'El Templo del Cielo' (RocaEditorial, 2013)
“La raza humana tendrá que salir de la Tierra si quiere sobrevivir”
El reconocido físico británico visita Tenerife para presentar el festival Starmus y reflexiona sobre el origen del universo, la importancia de la ciencia y su enfermedad en una entrevista exclusiva con EL PAÍS
Las leyes de la ciencia bastan para explicar el origen del Universo. No es necesario invocar a Dios"
En la calle, una mujer en bañador le grita “¡gracias por tu sentido del humor, Stephen!”, prueba del carisma del científico, que ha calado en el imaginario colectivo global mucho más allá de los aficionados a la ciencia. Siete personas acompañan al físico en este viaje, entre asistentes, médicos y personal de su confianza, siempre pendientes de su frágil salud de hierro, que le ha mantenido vivo hasta los 73 años “contra todo pronóstico”. Así lo explica en esta entrevista exclusiva con EL PAÍS, que ha tenido ocasión de pasar un día junto a él y al organizador de Starmus, el físico Garik Israelian. Hawking nos habla de la necesidad de conquistar el espacio para sobrevivir como especie, del peligro que supone el desarrollo de la inteligencia artificial o del futuro que les espera a los jóvenes científicos de España.
Pregunta. Tiene una agenda vertiginosa de viajes, conferencias, entrevistas, festivales… casi como una estrella de rock. ¿Por qué lo hace?
Respuesta. Siento el deber de informar a la gente sobre la ciencia.
P. ¿Hay algo que le gustaría hacer en la vida y que aún no ha hecho?
R. Viajar al espacio con Virgin Galactic.
A un científico joven español le diría que se vaya a Estados Unidos. Allí valoran la ciencia porque se amortiza con tecnología"
R. Puede que mi nuevo libro trate sobre mi supervivencia, en contra de todo pronóstico.
P. España, al igual que otros muchos países, ha visto cómo se recorta el presupuesto para la ciencia, y muchos científicos jóvenes han tenido que emigrar para encontrar trabajo. ¿Qué le diría a un joven español que esté planteándose ser científico?
R. Que se vaya a Estados Unidos. Allí valoran la ciencia porque se amortiza con tecnología.
P. Recientemente puso en marcha una iniciativa muy ambiciosa para buscar vida inteligente en nuestra galaxia. Sin embargo, hace unos años dijo que sería mejor no establecer contacto con civilizaciones extraterrestres, porque podrían llegar a exterminarnos. ¿Ha cambiado de opinión?
R. Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado se parecería mucho a lo ocurrido cuando Colón desembarcó en América: a los nativos americanos no les fue bien. Estos extraterrestres avanzados podrían convertirse en nómadas, e intentar conquistar y colonizar todos los planetas a los que pudiesen llegar. Para mi cerebro matemático, de números puros, pensar en vida extraterrestre es algo del todo racional. El verdadero desafío es descubrir cómo podrían ser esos extraterrestres.
En cierto modo mi discapacidad ha sido una ayuda. Me ha liberado de dar clases o participar en aburridos comités y me ha dado más tiempo para pensar e investigar"
R. Caer en un agujero negro es como precipitarse por las cataratas del Niágara con una canoa: si remas lo suficientemente rápido, puedes escaparte. Los agujeros negros son la máquina de reciclaje definitiva: lo que sale es lo mismo que entró, pero procesado.
P. En el año 2015 la teoría de la relatividad general cumplirá cien años. ¿Qué le diría a Albert Einstein si pudiese hablar con él, y qué espera de esa ciencia en los próximos cien años?
R. Einstein escribió un artículo en 1939 en el que afirmaba que la materia no podía comprimirse más allá de un cierto punto, descartando la posibilidad de que existiesen agujeros negros.
P. ¿Por qué cree que deberíamos temer la inteligencia artificial? ¿Es inevitable que los humanos creen robots capaces de matar?
R. Los ordenadores superarán a los humanos gracias a la inteligencia artificial en algún momento de los próximos cien años. Cuando eso ocurra, tenemos que asegurarnos de que los objetivos de los ordenadores coincidan con los nuestros.
Creo que todo el mundo puede, y debe, tener una idea general de cómo funciona el universo y de nuestro lugar en él"
R. Creo que la supervivencia de la raza humana dependerá de su capacidad para encontrar nuevos hogares en otros lugares del universo, pues el riesgo de que un desastre destruya la Tierra es cada vez mayor. Así las cosas, me gustaría despertar el interés del público por los vuelos espaciales. He aprendido a no mirar demasiado adelante, a concentrarme en el presente. Aún hay muchas más cosas que quiero hacer.
P. ¿Qué le diría al presidente del Gobierno español, que ha aprobado grandes recortes a la ciencia en los últimos años?
R. Los españoles tienen mucho interés en la ciencia y en la cosmología. Han sido grandes lectores de mi libro Breve historia del tiempo. Es importante que todos tengamos buenos conocimientos de ciencia y tecnología. La ciencia y la tecnología están cambiando drásticamente nuestro mundo, y es fundamental asegurarse de que esos cambios se producen en las direcciones correctas. En una sociedad democrática, eso significa que todos tenemos que tener unos conocimientos elementales sobre ciencia, de manera que podamos tomar nuestras propias decisiones con conocimiento de causa y no dejarlas en manos de expertos.
Los ordenadores superarán a los humanos en los próximos cien años. Cuando eso ocurra, tenemos que asegurarnos de que sus objetivos coincidan con los nuestros"
P. ¿Cree que se puede ser un buen científico y creer en Dios?
R. Utilizo la palabra "Dios" en un sentido impersonal, igual que hacía Einstein, para referirme a las leyes de la naturaleza.
P. Usted ha dicho que no hace falta Dios para explicar el Universo tal como es. ¿Piensa que algún día los seres humanos abandonarán la religión y a Dios?
R. Las leyes de la ciencia bastan para explicar el origen del Universo. No es necesario invocar a Dios.
P. Muchas personas tienen que usar silla de ruedas a causa de enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica y muchas otras. A menudo se enfrentan a numerosas dificultades para llevar una vida normal. Por ejemplo, no pueden viajar en avión en sus propias sillas de ruedas [Hawking suele viajar en barco]. Puesto que usted mismo ha experimentado esas dificultades, ¿tiene algún mensaje para ellas sobre la vida y cómo vivirla?
R. A pesar de que he tenido la desgracia de sufrir una enfermedad de la neurona motora, he sido muy afortunado en prácticamente todo lo demás. Tuve la suerte de trabajar en física teórica, uno de los pocos campos en los que la discapacidad no era un obstáculo serio, y de que me tocase el gordo con la popularidad de mis libros. Mi consejo para otras personas con discapacidades sería que se concentrasen en cosas que su minusvalía no les impida hacer bien, y que no se lamenten por aquellas con las que interfiere.
He aprendido a no mirar demasiado adelante, a concentrarme en el presente. Aún hay muchas más cosas que quiero hacer"
P. Muchos científicos de talla mundial, entre ellos 12 premios Nobel, participarán en Starmus 3 para mostrarle sus respetos. Va a ser un acontecimiento histórico. ¿Hay algo especial que quiera ver en Starmus 3?
R. Starmus 3 no trata solo de agujeros negros, campo en el que he realizado un trabajo importante, sino que también abarca la música y el arte. Starmus 3 es el lugar donde la ciencia seria se encuentra con un público más amplio; donde se celebran el pensamiento intelectual, los matices y la complejidad; donde se explora la forma en que trabajan los científicos y donde se fraguan nuevas ideas.
Un asteroide se acercará a la Tierra el 31 de octubre
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Fue descubierto hace poco más de una semana, mide entre 210 y 610 metros de diámetro y la máxima aproximación se producirá a las 17.14 horas
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europa press | madrid
Un asteroide recién descubierto de tamaño notable pasará cerca pero
sin riesgo para la Tierra este 31 de octubre y podrá ser visto con
telescopios pasando delante de las estrellas.
Según la NASA, el asteroide 2015 TB145 será el mayor asteroide conocido que se acerque a la Tierra hasta 2027. Fue descubierto hace poco más de una semana, el 10 de octubre, por el telescopio Pan-Starrs I en Hawai. La máxima aproximación del que ya se conoce como 'asteroide de Halloween' se producirá a las 17.14 horas (hora peninsular española) del 31 de octubre de 2015.
El enorme asteroide, -de entre 210 y 610 metros de diámetro- pasará Tierra a 498,896 kilómetros de la Tierra o 1,3 veces la distancia con la Luna, que es un paso totalmente seguro. Pasará más cerca de la Luna, a sólo a 280.000 kilómetros de la luna.
El brillo de la roca espacial estará en una magnitud aproximada de 10, que es más débil de lo observable a simple vista. Además, se moverá deprisa, a 126.000 kilómetros por hora. En la noche del 30 al 31 octubre, el asteroide pasará a través de la constelación de Orión.
Según la NASA, el asteroide 2015 TB145 será el mayor asteroide conocido que se acerque a la Tierra hasta 2027. Fue descubierto hace poco más de una semana, el 10 de octubre, por el telescopio Pan-Starrs I en Hawai. La máxima aproximación del que ya se conoce como 'asteroide de Halloween' se producirá a las 17.14 horas (hora peninsular española) del 31 de octubre de 2015.
El enorme asteroide, -de entre 210 y 610 metros de diámetro- pasará Tierra a 498,896 kilómetros de la Tierra o 1,3 veces la distancia con la Luna, que es un paso totalmente seguro. Pasará más cerca de la Luna, a sólo a 280.000 kilómetros de la luna.
El brillo de la roca espacial estará en una magnitud aproximada de 10, que es más débil de lo observable a simple vista. Además, se moverá deprisa, a 126.000 kilómetros por hora. En la noche del 30 al 31 octubre, el asteroide pasará a través de la constelación de Orión.
La escocesa Williamina Fleming
“¡Hasta mi criada haría un trabajo mejor!”
La escocesa Williamina Fleming, empleada en la casa del director del Observatorio de Harvard, terminó siendo una pieza clave en la aparición de la astrofísica
“¡Hasta mi criada haría un trabajo mejor!”, pero el profesor
Pickering jugaba con las cartas marcadas cuando les lanzó estas palabras
de ánimo a sus ayudantes en Harvard. Delante de ellos se acumulaban las placas fotográficas con los espectros estelares
más detallados captados hasta la fecha. Las primeras placas de una
enorme serie que, a la postre, estará llamada a ser la llave con la que
la vieja astronomía dará paso a una ciencia nueva: la astrofísica.
Cómo es la vida; un día tienes 19 años y el tiempo se te escapa.
Rompes a correr sin rumbo, provocando al destino, te casas, te largas
lejos y antes de dos años estás sola, en la calle, preñada y a 5.000
kilómetros de casa. Estos pensamientos debían rondar la mente de Mina
Fleming en la primavera de 1879 mientras se sobreponía a los quiebros de
la vida y se guardaba sus seis años de prácticas de magisterio para
buscar un trabajo urgente de criada. Su vieja Dundee
natal no era, desde luego, sitio para una mente inquieta, más allá de
un duro pero estable futuro en la floreciente industria textil de fibra
de yute o en las fábricas de mermelada. Tampoco su marido, James
Fleming, un contable bancario, viudo y 15 años mayor, era,
probablemente, su compañero de viaje ideal. Sea como fuere, Mrs. Fleming
encontró refugio, y trabajo, en el servicio doméstico de la casa del
director del Observatorio de la Universidad Harvard, el profesor Edward Charles Pickering.
Sola, en la calle, preñada y a 5.000 km de casa,
Mrs. Fleming encontró refugio, y trabajo, en el servicio doméstico de
la casa del director del Observatorio de la Universidad Harvard
Williamina Paton Stevens Fleming, tenía una personalidad magnética
y un rostro atractivo, con ojos brillantes y vivos que aumentaban el
encantador efecto que, al entrar, dejaba en el aire un saludo alegre,
adornado de acento escocés. A Edward Pickering, entre cuyas habilidades
estaba la de identificar el talento, no le pasó desapercibido ni un
instante que, además, la nueva sirvienta tenía una educación e
inteligencia claramente superiores. Así que esperó a que volviera de
Escocia, a donde Williamina había regresado para dar a luz a su hijo y,
conforme puso el pie de nuevo en Boston en abril de 1881, le ofreció
trabajo en el Observatorio. De momento, como ayudante en tareas
administrativas y para hacer cálculos rutinarios en los que, en su
visión de entonces, una mujer mostraría especial destreza. Al menos, más
que sus ayudantes varones.
Pickering era un profesor de Física al mando de un observatorio
astronómico, lo que no fue fácil de asumir para la vieja guardia de
Harvard. Creía que era el momento de introducir nuevos métodos. Dejar
atrás la antigua astronomía de posición y movimientos para dar paso a la
fotometría y los estudios espectrales. Y aunque aún sin la base física
que permitiera conocer la naturaleza de los objetos, tenía claro que el
camino era la obtención y clasificación de la mayor cantidad de datos.
Para ello, al igual que hiciera Piazzi Smyth en su pionera campaña en Tenerife, puso la técnica delante del carro de la ciencia. Con el apoyo de su hermano menor William Henry,
comenzó por adoptar el método de obtención de espectros estelares
mediante la colocación de un prisma en el objetivo del telescopio, para
seguir mejorando las técnicas espectroscópicas a lo largo de toda la
década de los 80.
Su sueldo 'de mujer', muy inferior al de sus compañeros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de protesta permanentes
Como siempre en ciencia, Pickering viajaba a hombros de gigantes en su empresa. Antes que él, las primeras descripciones de los espectros de Sirio y Arturo de William Herschel (1798), la clasificación de las líneas del espectro del Sol de Joseph von Fraunhofer (1814), la identificación de elementos químicos en la atmósfera solar por Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen (1861), las primeras placas y clasificaciones de espectros estelares de Lewis Rutherfurd (1862) y, finalmente, el meticuloso trabajo del Padre Angelo Secchi (otro jesuita)
durante la década de los 60 (siempre del siglo XIX) que culminó en la
primera clasificación de estrellas por su distribución de líneas
espectrales, es decir, de momento, por los componentes químicos de sus
atmósferas (1867).
En 1886 llegó el dinero de la viuda de Henry Draper,
un pionero en la obtención de fotografías de espectros de estrellas. En
memoria de su marido y para la finalización de su sueño de realizar un
gran catálogo, interrumpido por una muerte prematura, Mary Draper
decidió financiar los trabajos de Pickering. Fiel a su pragmatismo y
poco complejo ante las novedades, Pickering no perdió un momento. Su
experiencia con Williamina Fleming no podía haber sido mejor, así que
contrató a otras nueve mujeres para realizar los cálculos rutinarios y
la clasificación de los espectros en las placas fotográficas.
Era un equipo de calculadoras humanas que pasarían a ser conocidas como “las computadoras de Harvard”
o “el harén de Pickering”, según se fuera mejor o peor intencionado. Un
grupo de mujeres que seguiría aumentando en los años siguientes, y
entre las que se encontrarán algunos de los más relevantes astrofísicos
de la historia. Y un auténtico chollo, al fin, para el pragmático
Pickering, que se hizo con un brillante equipo de 10 especialistas al
precio de 5 ayudantes varones. Como responsable nombró a Nettie Farrar,
que tan sólo unos meses después abandonaría su carrera para casarse. Una
decisión de hace 130 años sobre cuya proyección en el presente
podríamos reflexionar. Pickering no tuvo dudas: la sustituiría Mrs.
Fleming.
Descubrió 59 nebulosas, entre las que se
encuentra uno de los objetos más hermosos y fotografiados del
firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo
Laboriosa, incansable y con el coraje suficiente para defender sus
resultados, Williamina Fleming identificó y clasificó los espectros de
más de 10.000 estrellas. Amplió la clasificación de cuatro grupos de
Secchi e introdujo un nuevo esquema basado en 16 tipos, tomando como
referencia las líneas de absorción del Hidrógeno, identificados
alfabéticamente desde A a N (saltando la J), más las letras O para
estrellas con líneas brillantes de emisión, P para nebulosas planetarias
y Q para las estrellas que no encajaban en los grupos anteriores. Esta
primera entrega del catálogo Draper,
en compensación por la financiación recibida, la publicó Edward
Pickering en 1890 sin figurar Fleming como autora (aunque sí está citada
en el interior y, posteriormente, no dudó en hacer reconocimiento
público de su autoría) y es la base de la clasificación espectral hoy en
uso (clasificación de Harvard).
La llegada de espectros cada vez de mayor resolución y la instalación
de un telescopio en Arequipa, Perú, en el Hemisferio Sur, permitió al
equipo dirigido por Fleming y Pickering evolucionar en la clasificación,
sobre todo con las decisivas aportaciones de otras 2 “calculadoras”, Antonia C. Maury y Annie J. Cannon,
que reordenaron los grupos espectrales y aumentaron el número de
estrellas clasificadas. En la publicación de las extensiones del
catálogo Draper lideradas por Maury (1897) y Cannon (1901 y varias otras
hasta su muerte en 1941) ya figuran ellas como las autoras del trabajo.
En total, las clasificaciones de estrellas llevadas a cabo por estas
mujeres fueron más de 400.000.
La aportación de Williamina Fleming podría considerarse decisiva y
envidiable para cualquier astrónomo hasta aquí, pero se le debe sumar el
descubrimiento de 10 supernovas y más de 300 estrellas variables, de
las que midió la posición y magnitud de 222 de ellas (1907), como parte
de la línea de trabajo que llevaría a otra eminente “computadora de
Harvard”, Henrietta Swan Leavitt, a realizar uno de los descubrimientos fundamentales de la astrofísica: la relación periodo-luminosidad de las Cefeidas,
la base de la medición de distancias en el Universo. Finalmente, 59
nebulosas, entre las que se encuentra uno de los objetos más hermosos y
fotografiados del firmamento, la nebulosa Cabeza de Caballo en la
constelación de Orión (1888). Uno solo de estos descubrimientos serviría
para compensar los sacrificios de cualquier astrónomo. Antes de que una
neumonía se llevara a Mina a los 54 años, aún le dio tiempo de publicar
una última clasificación de un tipo de estrellas con un espectro
especialmente particular y color blanco que dará lugar a lo que
posteriormente se denominará “enanas blancas”.
El éxito en el desempeño de sus tareas y su capacidad de trabajo
terminaron cargándola con tareas más prosaicas que la alejaban, con
fastidio por su parte, de la ciencia. Mrs. Fleming fue nombrada
conservadora de la colección fotográfica del Observatorio, siendo este
el primer cargo orgánico ocupado por una mujer. Pero también gastó
innumerables horas, por ejemplo, en labores de edición y corrección de
los Anales del Observatorio. Su sueldo “de mujer”, muy inferior
al de sus compañeros varones, fue otro de sus fastidios y motivos de
protesta permanentes, puede que parcialmente compensado, a cambio, por
el reconocimiento y honores que tuvo de numerosas sociedades
astronómicas.
En alguna tarde de domingo, quizás a la vuelta del estadio de fútbol
americano tras ver a los Harvard Crimson, mientras sus manos
zigzagueaban rematando con la aguja un precioso traje de muñeca vestida
al más completo estilo de los Highlands escoceses y sus pensamientos
divagaban libres entre preocupaciones cotidianas y desvelos de madre.
-tal y como describiró su compañera Annie Cannon-, puede que volvieran a
rondar por su mente reflexiones acerca de los meandros del azar y de
cómo es la vida.
Julio A. Castro Almazán es físico y miembro del SkyTeam del
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), especialista en
Caracterización de Observatorios Astronómicos y Óptica Atmosférica.
jueves, 19 de noviembre de 2015
miércoles, 18 de noviembre de 2015
lunes, 16 de noviembre de 2015
LA TUMBA DE GALILEO
Se encuentra en Florencia en la Iglesia de la Santa Croce.
La basílica menor de la Santa Croce de Florencia es un verdadero mausoleo de italianos ilústres: Miguel Ángel, Alberti, Maquiavelo, Galileo y otros tienen sus restos en la iglesia.
El sepulcro de Galileo esta en el inicio de la nave izquierada, cerca del altar. La tumba esta rodeada por un busto de Galileo con telescopio sobre unos libros y un globo, y por las alegorías de la Astronomía y la Geometría.
Especialmente interesante es la alegoría de la Geometría, la de la derecha, pues lleva las figuras de la caída de los graves con movimiento uniformemente acelerado en forma parabólica. La escultura es del florentino Girolamo Ticciati.
La Santa Croce merece una visita detallada por todos los tesoros que alberga.
La basílica menor de la Santa Croce de Florencia es un verdadero mausoleo de italianos ilústres: Miguel Ángel, Alberti, Maquiavelo, Galileo y otros tienen sus restos en la iglesia.
El sepulcro de Galileo esta en el inicio de la nave izquierada, cerca del altar. La tumba esta rodeada por un busto de Galileo con telescopio sobre unos libros y un globo, y por las alegorías de la Astronomía y la Geometría.
Especialmente interesante es la alegoría de la Geometría, la de la derecha, pues lleva las figuras de la caída de los graves con movimiento uniformemente acelerado en forma parabólica. La escultura es del florentino Girolamo Ticciati.
La Santa Croce merece una visita detallada por todos los tesoros que alberga.
LA CARRERA ESPACIAL
La carrera espacial
La era espacial comenzó el 4 de octubre de 1957.
En esa fresca noche, el Sputnik, una esfera de aluminio de 84 kg colocada en la nariz de un misil balístico R-7,
se elevó al cielo desde su plataforma de lanzamiento, ubicada cerca del
desierto Kyzyl Kum, a unos 160 km del Mar de Aral, para convertirse en
el primer objeto fabricado por el ser humano en orbitar la Tierra. Así
daba inicio una época de exploración y descubrimiento como ninguna otra
en la historia. Los seres humanos llegarían a girar alrededor de la
Tierra, flotarían en el espacio y, de manera espectacular, caminarían
sobre la Luna.
El cohete R-7 que lanzó al Sputnik fue una maravilla
tecnológica y un reto enorme para Occidente. Los científicos soviéticos,
bajo el mando del pionero en diseño de cohetes Sergei Korolev, no sólo
habían desarrollado uno capaz de lanzar armas nucleares a territorio
estadounidense, también había abierto el camino para llegar a la Luna y
más allá.
Un mes más tarde, los soviéticos lanzaron el Sputnik 2, de 508
kg, seis veces más pesado que su predecesor, con la perra Laika a bordo,
la cual duró apenas unas cuantas horas en la nave sobrecalentada, pero
los rusos dejaron algo muy en claro: si eran capaces de poner un animal
en órbita, podían enviar a un ser humano. Wernher von Braun, el
científico alemán de pasado nazi llevado a Estados Unidos y quien
construyó el cohete Saturno V para las misiones Apolo a la Luna, le rogó a Neil McElroy, secretario de Defensa: "por el amor de Dios, déjenos libres para competir con los rusos".
Laika, el primer animal puesto en órbita (1957) |
En los años siguientes, tanto EE.UU. como la URSS desarrollaron sus
propias tecnologías, pero enfrentaban los mismos retos básicos. La
física del despegue era, y sigue siendo, inmutable. Un objeto lanzado al
espacio tiene que alcanzar una velocidad entre 27.000-29.000 km/h para
alcanzar una órbita baja alrededor de la Tierra. Para escapar totalmente
de la gravedad terrestre y volar a otro lado, una nave espacial debe
viajar a 40.000 km/h. Cuanto más pesada sea la carga total, más potente
debe ser el cohete, y en esto los soviéticos, con el R-7, tenían una enorme ventaja. Cuatro meses después del Sputnik, Estados Unidos logró poner en órbita su primer satélite, el Explorer 1, de 14 kg, pero a finales de año, los soviéticos habían lanzado el Sputnik 3, que pesaba una tonelada y media.
La rivalidad subsiguiente produjo un desfile de logros espectaculares,
con sus respectivos ídolos: en 1961, el cosmonauta soviético Yuri
Gagarin, de 27 años de edad, se convirtió en el primer hombre en viajar
al espacio; orbitó una vez la Tierra y aterrizó suavemente con su
paracaídas en un sembradío. Al año siguiente, el ex infante de marina y
piloto de combate John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en
orbitar la Tierra.
En 1963 llegó la primera mujer al espacio, la trabajadora textil
soviética Valentina Tereshkova. El cosmonauta Alexei Leonov realizó la
primera caminata espacial en 1965 y, en 1966, los astronautas Neil
Armstrong y Dave Scott llevaron a cabo la primera maniobra de
acoplamiento en el espacio.
Instados en la promesa que el presidente John F. Kennedy hizo en 1961 de poner a un hombre en la Luna "antes de terminar la década",
Von Braun, de la NASA, y Korolev, de la URSS, aceleraron el paso por
medio de un régimen de pruebas de vuelo cada vez más complejas y
misiones orbitales que culminaron en la construcción de dos cohetes
lunares gigantes: el Saturno V (EE.UU.) y el N-1 (URSS), cada uno con capacidad de llevar muchas toneladas al espacio.
Pero la tragedia rondaba a ambos programas: el 27 de enero de 1967, en
el Centro Espacial Kennedy, un cortocircuito provocó el incendio de una
de las cápsulas espaciales Apolo durante una práctica, muriendo los astronautas Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee.
Mientras tanto, el programa espacial soviético ya estaba en problemas:
Korolev murió en 1966 y los esfuerzos de esta nación por llegar a la
Luna fueron menguando hacia finales de la década. Los estadounidenses se
recuperaron, rediseñaron la nave Apolo que había fallado y lanzaron el primer vuelo tripulado en el gigantesco Saturno V de Von Braun el 21 de diciembre de 1968. Los soviéticos, con la esperanza de permanecer en la carrera, lanzaron el N-1
en su segundo vuelo de prueba el 3 de julio de 1969. Apenas se había
elevado unos 200 metros de la plataforma, cuando una pieza de metal de
desprendió y segundos después, la nave de 2.800 toneladas cayó a tierra
con todo su combustible y explotó en una gigantesca bola de fuego que
destruyó el complejo de lanzamiento y las ambiciones lunares soviéticas.
El 20 de julio de 1969, 17 días después, el Saturno V llevó a Michael Collins, Neil Armstrong y Buzz Aldrin a la Luna. El entusiasmo en los Estados Unidos llegó a su apogeo.
Llegada del hombre a la Luna (1969) |
Tres años después, la era dorada había terminado. En Estados Unidos,
como consecuencia de las fuertes presiones económicas derivadas de la
guerra de Vietnam, se abandonó el proyecto de la Luna para construir el
transbordador espacial y, posteriormente, la Estación Espacial
Internacional. Los soviéticos, agobiados por problemas financieros y
rivalidades, dejaron de lado la Luna y se concentraron en los vuelos
espaciales de larga duración en los laboratorios de órbita, primero el Salyut y después el Mir.
Extracto adaptado del texto de Guy Gugliotta, "El espacio: la siguiente generación". NatGeo en español, octubre 2007
PASEA POR MARTE, LA LUNA Y LA TIERRA CON GOOGLE EARTH
https://www.google.com/maps/space/mars/@-11.565962,-100.7385248,13271115m/data=!3m1!1e3
Mientras Elon Musk y la NASA averiguan como llevarnos a Marte en los próximos 15 años, Google ha añadido
una nueva opción para visitar este planeta por medio de Google Maps. Lo
único que tienes que hacer es alejar el zoom lo más posible hasta que
se muestre la Tierra, dar clic en el botón de Explorar ubicado en la
parte inferior derecha y escoger uno de los dos destinos.
Los mapas de la Luna y Marte cuentan con diferentes
puntos de interés que al darles clic muestran información detallada del
lugar y un link para conocer más de la ubicación. Si bien no te dejará
conocer cuánto tiempo se hace en bicicleta desde el Valle de Naktong
hasta el cráter de Arago, la nueva versión es un buen detalle de Google
para conmemorar el segundo aniversario de la llegada del Curiosity a Marte.
Lo mejor de todo es que no necesitarás instalar
software extra, basta acceder haciendo zoom en Google Maps o por medio
de links directos [Luna, Marte]
viernes, 13 de noviembre de 2015
WT1190F, el misterioso objeto que caerá hoy a la Tierra
Los expertos no saben si es un fragmento de una antigua misión o una roca celeste
Un objeto de unos tres metros de largo, en una órbita que sobrepasa
la Luna, caerá hoy a la Tierra. Será en el océano Índico, al sur de Sri
Lanka, el viernes por la mañana (de España). Los expertos lo están
siguiendo y no tienen claro su origen: puede ser un meteorito, pero
también un fragmento de alguna misión de la época de la exploración
lunar. Se denomina WT1190F y no supone ningún riesgo de impacto en zonas
habitadas.
“Por cómo se mueve, su escasa masa y su tamaño, nos inclinamos a
pensar que es un trozo de basura espacial, pero no podemos descartar que
sea una roca”, comenta Miguel Belló-Mora, experto en dinámica orbital y
director de la empresa Elecnor Deimos, que tiene un departamento dedicado precisamente al seguimiento de basura espacial.
En cuanto al tamaño de WT1190F, se calcula que está entre un metro,
si es muy brillante, y seis metros, si es más oscuro, continúa este
especialista. “Con los nuevos telescopios que hemos instalado en
Puertollano (Ciudad Real), vamos a observar el objeto el jueves por la
noche y podremos afinar más su trayectoria”, añade.
La densidad calculada de estos objetos es determinante para su
identificación como desecho artificial o como objeto celeste natural.
Dado el altísimo coste que supone enviar cualquier carga al espacio, los
ingenieros se afanan para reducir su peso y resultan extremadamente
ligeros en comparación con una roca, que tiene mucha mayor densidad.
Lo curioso de WT1190F es que ha sido descubierto hace poco por los
sistemas de observación y seguimiento de objetos cercanos a la Tierra y
se especula que puede ser un fragmento identificado hace años y del que
se perdió su pista.
jueves, 12 de noviembre de 2015
lunes, 9 de noviembre de 2015
sábado, 7 de noviembre de 2015
Los 12 de la Luna
Obviamente, el primer hombre asociado a la caminata lunar fue Neil
Armstrong, quien falleciera a los 82 años, por complicaciones tras una
operación cardíaca. Sin embargo, no fue el único: otros 11 hombres
caminaron por la Luna y éste fue su destino.
EDWIN ALDRIN
Siguió en la caminata lunar a Armstrong. En 1971 regresó a la Fuerza
Aérea, de la que se retiró un año más tarde. Escribió dos libros sobre
sus actividades en el programa espacial: Return to Earth (1970) y Men from Earth (1989).
Aldrin ha sido un importante analista del programa espacial desde la
década del 60 y ha matizado su vida profesional con entusiastas
apariciones públicas, a diferencia de Armstrong, quien siempre mantuvo
un bajo perfil. Parodias de Aldrin con su voz han aparecido en las
series Los Simpsons y Futurama y en la película de 2011 Transformers: Dark of the Moon.
Tal es su interés por el mundo público, que no sólo sigue dando charlas
sobre la materia en distintas universidades, sino que incluso es el
rostro de una aplicación para iPhone y Ipad sobre la exploración
espacial, descargable desde su sitio web.
CHARLES CONRAD
Durante la misión del Apollo 12 se convirtió en el tercer hombre en
caminar sobre la Luna. Conrad se retiró de la Nasa en 1973. En los años
90 fue piloto de puebas para la iniciativa experimental Delta Clipper,
prototipo de un vehículo espacial no tripulado que luego asumió la Nasa.
Fue fundador y director de la empresa Universal Space Lines, Inc. y
falleció el 8 de julio de 1999 en un accidente de motocicleta.
ALAN BEAN
Fue parte de la tripulación del Apollo 12, en la que se convirtió en el
cuarto hombre en pisar la Luna. Voló por última vez en la misión Skylab
3, de 1973, y se retiró definitivamente de la Nasa en 1981. Tras el
retiro, se dedicó a explorar su interés por la pintura, especializándose
en los paisajes espaciales, como una forma de relatar su propia
experiencia. Al regresar del viaje viaje, Bean se dio cuenta de que los
parches que guardó de su traje espacial tenían polvo lunar. Hoy añade
pequeñísimas porciones del polvo a sus obras, lo que las hace únicas en
el mundo.
ALAN SHEPARD
En 1961, Shepard se convirtió en la segunda persona y el primer
norteamericano en volar al espacio. Llegó a la Luna a bordo del Apollo
14. Tras su retiro de la Nasa, en 1974, se desempeñó en la directiva de
distintas empresas. Incluso fue el presidente de su propia compañía de
paraguas, Seven Fourteen Enterprises, nombrada así en honor a las dos
misiones espaciales en las que participó, Freedom 7 y Apollo 14. Shepard
murió de Leucemia el 21 de julio de 1998.
EDGAR MITCHELL
Llegó a la Luna en la misión Apollo 14 y se retiró de la Nasa en 1972.
Su destino ha sido uno de los más curiosos. No sólo se enfrascó en un
proceso legal cuando trató de subastar una cámara con la que se había
quedado tras el viaje espacial (que finalmente fue devuelta a la Nasa
para ser exhibida en el Museo Nacional del Aire y el Espacio), sino que
también se ha vinculado a la parapsicología. Mitchell señaló haber
tenido una experiencia mística durante su regreso a la Tierra y trabajó
en experimentos de percepción extrasensorial. Sus resultados fueron
publicados en el Journal of Parapsychology en 1971. En 1973 fundó el
Instituto de Ciencias Noéticas, dedicado a la investigación sobre la
expansión de la conciencia y la espiritualidad. Actualmente es consejero
del Instituto para la Seguridad y la Cooperación en el Espacio, una
fundación que busca generar conciencia sobre la importancia de no
desarrollar armas espaciales.
DAVID SCOTT
Llegó a la Luna en la Misión Apollo 15. En 1975 se convirtió en el
director del Centro de Investigacón de Vuelo de la Nasa, donde se
mantuvo hasta octubre de 1977. Desde entonces, ha seguido vinculado al
trabajo espacial a través de otras posiciones. Fue consultor de la
película Apollo 13 y de las series From the Earth to the Moon, de HBO, y Space Odyssey: Voyage to the Planets, de BBC.
JAMES IRWIN
Pisó la Luna en la misión Apollo 15 y fue el primero de los 12 en morir,
tras un ataque al corazón, en 1991. Se retiró de la Nasa y la Fuerza
Aérea en 1972 y fundó la cristiana Fundación Alto Vuelo, a través de la
que promovió mensajes como “Jesús caminando sobre la Tierra es más importante que el hombre caminando sobre la Luna”.
En 1973, Irwin inició una serie de expediciones a Turquía, tratando de encontrar los restos del Arca de Noé.
JOHN YOUNG
Uno de los pilotos más experimentados de la agencia, llegó a la Luna en
la misión Apollo 16. Desde 1974 a 1987 se desempeñó como jefe de la
Oficina de Astronautas de la Nasa, la posición más alta que pueden
ocupar los astronautas activos dentro de la agencia espacial. Nunca se
desvinculó de su trabajo en la institución. Trabajó allí por 42 años y
se retiró definitivamente en diciembre de 2004, a pesar de que siguió
asistiendo por varios años más a la Reunión de los Lunes en la Mañana en
la Oficina de Astronautas.
CHARLES DUKE
Llegó a la Luna en la misión Apollo 16. Tras su retiro de la agencia, se
dedicó a los negocios y al trabajo de estímulo espíritual, sobre todo a
través de charlas cristianas en las cárceles. Actualmente es presidente
de la junta directiva de la Fundación de Becas de Astronautas, en
Texas.
EUGENE CERNAN
Llegó a la Luna en el Apollo 17 y fue el último hombre en la Luna, ya
que fue el último en reingresar al módulo lunar en la expedición final.
Se retiró de la Nasa en 1976 y se dedicó a los negocios. En 1999,
copublicó el libro El último hombre en la Luna. Ha defendido
públicamente la veracidad de los viajes lunares cuando asoman las dudas
conspirativas y en 2010, junto a Neil Armstrong, criticó la cancelación
del programa lunar de la Nasa por parte del presidente Barack Obama.
HARRISON SCHMITT
Llegó a la Luna en el Apollo 17 y fue el último hombre en arribar a la
Luna. Se retiró de la Nasa en 1975 para ser candidato a senador de Nuevo
México por el Partido Republicano, labor que desempeñó entre 1977 y
1983. Schmitt es profesor adjunto en la Universidad de Wisconsin-Madison
y ha estado vinculado a la propuesta de diversas iniciativas de
utilización de los recursos geológicos lunares. En 2006 publicó el libro
Regreso a la Luna: Exploración, Empresa y Energía en el Asentamiento Humano en el Espacio.
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