lunes, 16 de noviembre de 2015

LA CARRERA ESPACIAL

La carrera espacial

La era espacial comenzó el 4 de octubre de 1957.
En esa fresca noche, el Sputnik, una esfera de aluminio de 84 kg colocada en la nariz de un misil balístico R-7, se elevó al cielo desde su plataforma de lanzamiento, ubicada cerca del desierto Kyzyl Kum, a unos 160 km del Mar de Aral, para convertirse en el primer objeto fabricado por el ser humano en orbitar la Tierra. Así daba inicio una época de exploración y descubrimiento como ninguna otra en la historia. Los seres humanos llegarían a girar alrededor de la Tierra, flotarían en el espacio y, de manera espectacular, caminarían sobre la Luna.
El cohete R-7 que lanzó al Sputnik fue una maravilla tecnológica y un reto enorme para Occidente. Los científicos soviéticos, bajo el mando del pionero en diseño de cohetes Sergei Korolev, no sólo habían desarrollado uno capaz de lanzar armas nucleares a territorio estadounidense, también había abierto el camino para llegar a la Luna y más allá.

Un mes más tarde, los soviéticos lanzaron el Sputnik 2, de 508 kg, seis veces más pesado que su predecesor, con la perra Laika a bordo, la cual duró apenas unas cuantas horas en la nave sobrecalentada, pero los rusos dejaron algo muy en claro: si eran capaces de poner un animal en órbita, podían enviar a un ser humano. Wernher von Braun, el científico alemán de pasado nazi llevado a Estados Unidos y quien construyó el cohete Saturno V para las misiones Apolo a la Luna, le rogó a Neil McElroy, secretario de Defensa: "por el amor de Dios, déjenos libres para competir con los rusos".
Laika, el primer animal puesto en órbita (1957)
En los años siguientes, tanto EE.UU. como la URSS desarrollaron sus propias tecnologías, pero enfrentaban los mismos retos básicos. La física del despegue era, y sigue siendo, inmutable. Un objeto lanzado al espacio tiene que alcanzar una velocidad entre 27.000-29.000 km/h para alcanzar una órbita baja alrededor de la Tierra. Para escapar totalmente de la gravedad terrestre y volar a otro lado, una nave espacial debe viajar a 40.000 km/h. Cuanto más pesada sea la carga total, más potente debe ser el cohete, y en esto los soviéticos, con el R-7, tenían una enorme ventaja. Cuatro meses después del Sputnik, Estados Unidos logró poner en órbita su primer satélite, el Explorer 1, de 14 kg, pero a finales de año, los soviéticos habían lanzado el Sputnik 3, que pesaba una tonelada y media.
La rivalidad subsiguiente produjo un desfile de logros espectaculares, con sus respectivos ídolos: en 1961, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, de 27 años de edad, se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio; orbitó una vez la Tierra y aterrizó suavemente con su paracaídas en un sembradío. Al año siguiente, el ex infante de marina y piloto de combate John Glenn se convirtió en el primer estadounidense en orbitar la Tierra.
En 1963 llegó la primera mujer al espacio, la trabajadora textil soviética Valentina Tereshkova. El cosmonauta Alexei Leonov realizó la primera caminata espacial en 1965 y, en 1966, los astronautas Neil Armstrong y Dave Scott llevaron a cabo la primera maniobra de acoplamiento en el espacio.
Instados en la promesa que el presidente John F. Kennedy hizo en 1961 de poner a un hombre en la Luna "antes de terminar la década", Von Braun, de la NASA, y Korolev, de la URSS, aceleraron el paso por medio de un régimen de pruebas de vuelo cada vez más complejas y misiones orbitales que culminaron en la construcción de dos cohetes lunares gigantes: el Saturno V (EE.UU.) y el N-1 (URSS), cada uno con capacidad de llevar muchas toneladas al espacio.
Pero la tragedia rondaba a ambos programas: el 27 de enero de 1967, en el Centro Espacial Kennedy, un cortocircuito provocó el incendio de una de las cápsulas espaciales Apolo durante una práctica, muriendo los astronautas Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee.
Mientras tanto, el programa espacial soviético ya estaba en problemas: Korolev murió en 1966 y los esfuerzos de esta nación por llegar a la Luna fueron menguando hacia finales de la década. Los estadounidenses se recuperaron, rediseñaron la nave Apolo que había fallado y lanzaron el primer vuelo tripulado en el gigantesco Saturno V de Von Braun el 21 de diciembre de 1968. Los soviéticos, con la esperanza de permanecer en la carrera, lanzaron el N-1 en su segundo vuelo de prueba el 3 de julio de 1969. Apenas se había elevado unos 200 metros de la plataforma, cuando una pieza de metal de desprendió y segundos después, la nave de 2.800 toneladas cayó a tierra con todo su combustible y explotó en una gigantesca bola de fuego que destruyó el complejo de lanzamiento y las ambiciones lunares soviéticas. El 20 de julio de 1969, 17 días después, el Saturno V llevó a Michael Collins, Neil Armstrong y Buzz Aldrin a la Luna. El entusiasmo en los Estados Unidos llegó a su apogeo.
Llegada del hombre a la Luna (1969)
Tres años después, la era dorada había terminado. En Estados Unidos, como consecuencia de las fuertes presiones económicas derivadas de la guerra de Vietnam, se abandonó el proyecto de la Luna para construir el transbordador espacial y, posteriormente, la Estación Espacial Internacional. Los soviéticos, agobiados por problemas financieros y rivalidades, dejaron de lado la Luna y se concentraron en los vuelos espaciales de larga duración en los laboratorios de órbita, primero el Salyut y después el Mir.
Extracto adaptado del texto de Guy Gugliotta, "El espacio: la siguiente generación". NatGeo en español, octubre 2007