Cuando se cumplen 400 años de los descubrimientos del científico italiano, una magna muestra recorre la idea del universo a través de la historia de Europa
Contemporáneo de Cervantes y de Shakespeare, armado con un telescopio
flaco, animado por su carácter de hierro y soñando siempre gracias a
una imaginación propia de un artista, el astrónomo barbudo de mirada
locoide acercó al hombre a las estrellas alargando el dedo índice. Esa
reliquia se expone desde ayer en el Palazzo Strozzi de Florencia junto a
otras 250 piezas entre las que hay instrumentos, frescos, tapices,
esculturas, libros, maravillosos artefactos y dibujos cosmológicos. Todo
un fascinante viaje por el tiempo, el arte, la ciencia y el espacio que
estará abierto hasta el 30 de agosto.
Aunque en la muestra se indica que lo que se expone es el dedo
corazón de Galileo, parece más una ironía italiana que una evidencia.
Largo y fino, se trata claramente de un índice. Además, no tendría
sentido apuntar a la Luna, tampoco en aquella época, con lo que los
mexicanos llaman el dedo de la grosería. O quizá, bien mirado, sí,
porque el asunto consistía sobre todo en defender la libertad de
pensamiento contra el fanatismo.
En cualquier caso, se dice que el dedo, que no anda falto de carne,
le fue cortado al cadáver de Galileo por un propio llamado Gori, junto a
otras dos falanges, un diente y una vértebra, tal día como hoy en 1737,
cuando su cuerpo iba a ser trasladado desde el sótano de la Torre de la
Basílica de la Santa Cruz hasta un sepulcro monumental erigido en su
honor en San Cosme y San Damián. El dedo venerable está hoy en el Museo
de Historia de la Ciencia de la ciudad.
La idea de hacer una exposición homenaje en el lugar donde el
científico vivió, murió y estuvo preso es, precisamente, del director de
ese museo, Paolo Galluzzi. Galileo, Imágenes del universo, de la antigüedad al telescopio
festeja el 400 aniversario de sus descubrimientos con piezas donadas
por los mejores museos del mundo de artistas como Rubens, Boticelli,
Guercino o Durero.
El hombre y las estrellas siempre vivieron juntos, pero la historia
de la representación del cosmos que propone el Palazzo Strozzi empieza
en Mesopotamia y Egipto. Un sarcófago del año 700 antes de Cristo revela
la imagen de una hermosa señora con una pelota achatada sobre la
cabeza: es Nut, la diosa del Cielo, sosteniendo una esfera terrestre.
El paseo arranca al pie de la escultura romana titulada Atlante Farnese,
continúa por la Grecia clásica que desarrolla la idea del globo
terráqueo (viajando hasta las alegorías de Brueghel el Joven), salta al
periodo helenístico y enseña el concepto geométrico de Tolomeo con
frescos traídos desde Pompeya y mapas y manuscritos originales; dedica
tres secciones al islam, con una espectacular colección de astrolabios,
relojes solares, calendarios e imágenes de los husos del globo celeste.
Cuando el paseante llega a la Evangelización del Cosmos, encuentra
una pieza impresionante, el monumental tapiz astronómico de Toledo, de
mitad del siglo XV, que procede del Museo de Santa Cruz.
En la sección dedicada al Renacimiento Astronómico, los protagonistas
son Copérnico y sus tesis heliocéntricas y Tycho Brahe. La muestra se
asoma entonces al miedo y la esperanza, bucea en las relaciones entre
astrología y astronomía, la música y la medicina, la superstición y la
formación del carácter, la agria melancolía vinculada al planeta
Saturno, que ejemplifica el grabado de Durero Melancolía.
Y por fin llegamos a Galileo. Ahí están sus instrumentos originales,
el telescopio y el catalejo (los únicos que se conservan), y las lentes,
y los maravillosos dibujos de la Luna que hizo mirando a través de
ellos y que parecen esculpidos en el papel.
La belleza y el ingenio de su mirada, su perspicacia y sus visiones
("he visto algo que nadie ha visto antes, Saturno no es una estrella
sino tres"), y su comprensible terror ante los brutales ataques de la
Inquisición, que en 1633 prohibió su mejor obra, el Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, y decidió que la teoría heliocéntrica era contraria a las Sagradas Escrituras...
Todo eso queda perfectamente reflejado en la acumulación de cuadros,
facsímiles, libros, decretos. Pero la memoria guarda mejor que otras
cosas el maravilloso retrato en fondo azul que Ottavio Leoni le hizo a
Galileo en 1624. Y las palabras que le salvaron de la hoguera: "Abjuro,
detesto y maldigo". Pese a ello, 400 años después, el pasado 14 de
febrero, el Vaticano celebró la primera misa en su honor.
Año del telescopio
Múltiples actos conmemorarán este año los descubrimientos de Galileo:
- Del 26 al 30 de mayo se celebrarán unas jornadas sobre El caso Galileo. Una
revisión histórica, filosófica y teológica organizada por el Istituto
Niels Stensen de Florencia, acto al que ha sido invitado el presidente
italiano, Giorgio Napolitano.
- El Museo de Historia de la
Ciencia de Florencia, que se llamará a partir de octubre Museo Galileo,
presenta del 4 de marzo al 31 de diciembre la muestra El telescopio de Galileo, en la que se exponen los dos únicos telescopios originales del científico que se conservan.
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La noche del 25 de septiembre, varios astrónomos dirigirán la
observación del cielo> con telescopios en diversas localidades
toscana