miércoles, 7 de octubre de 2015

ERATÓSTENES Y LA MEDICIÓN DE LA TIERRA

El gran hallazgo de Eratóstenes tuvo lugar un 21 de junio. Durante el mediodía de aquel solsticio de verano, el sabio tomó un papiro de la biblioteca y supo que en Siena un palo no proyectaba su sombra sobre el suelo; movido por su curiosidad científica, decidió comprobar lo mismo en Alejandría.
Al mediodía de ese 21 de junio se dio cuenta que sí proyectaba sombra. Ante el acertijo de por qué razón el mismo palo proyectaba sombra en un lugar y no en otro, Eratóstenes coligió hasta concluir que no podría deberse sino a que la tierra no era plana, sino que era redonda.
Eratóstenes midió los ángulos que formaban las diferentes sombras proyectadas por los palos en Siena y Alejandría, respectivamente, llevaron al sabio a deducir que existía una diferencia de unos siete grados.


Dedujo que si una circunferencia tiene 360º, la cincuentava parte de esta sería siete; teniendo en cuenta la distancia que existía entre las dos ciudades, que era de unos ochocientos quilómetros, dedujo la fórmula encontrando que la tierra debía medir aproximadamente cuarenta mil quilómetros.
Aunque tendrían que pasar cerca de dos milenios para poder comprobarlo con instrumentos de alta precisión, el hallazgo de Eratóstenes es un hito en la ciencia hasta hoy.