lunes, 19 de octubre de 2015

MIGUEL SERVET

MIGUEL SERVET, UN HOMBRE MOLESTO PARA AMBOS BANDOS

Esta vez traigo al blog un hombre clave del Renacimiento. No se puede decir que se dedicara a esto o a aquello, pues en esa época era costumbre aprender y enseñar de todo.
Evidentemente, eso se podía hacer cuando no se sabía tanto de cada materia y la gente no estaba tan especializada como ahora.
Como siempre, comenzaré por el principio. Nuestro personaje nació entre 1509 y 1511, probablemente en Villanueva de Sijena (Huesca), aunque algunos autores afirman que lo hizo en Tudela (Navarra). En la primera localidad se conserva aún la casa de su familia.
Su padre, Antón Serveto, fue lo que se llamaba en Aragón un infanzón, o sea, un hidalgo en Castilla, mientras que su madre procedía de una familia judeoconversa, aunque también era infanzona. Más o menos, lo habitual en esa época.
Como se consideraba que aquel chico tenía grandes dotes para el estudio y así llegar a ocupar un puesto de importancia en la Corte, no se quedó con la notaría familiar y se la cedió a un hermano menor, mientras que el tercero se hizo sacerdote.
Siempre se le dieron bien los idiomas, dominando el latín, el griego y el hebreo. Se formó posteriormente, en el castillo de Montearagón, donde conoció a fray Juan de Quintana, el cual había sido consejero de Fernando el católico y luego del emperador Carlos V. Miguel fue, durante unos años, el secretario de este importante personaje.
Esto le dio a Miguel la oportunidad de estudiar Derecho en Toulouse, donde llegó a conocer a algunos partidarios de la Reforma.
Luego, viajó con Quintana, formando parte de la corte imperial, a Italia y Alemania. Incluso, estuvo presente en la coronación del emperador, por parte del Papa,  en Bolonia.
Con esta ceremonia, en 1530, se convalidó la nueva amistad entre el Papa y el Imperio. No olvidemos que todavía estaba en la mente de todos el llamado “Sacco de Roma”, en 1528.
A partir de esta fecha, se independiza de su protector y viaja por algunas ciudades europeas con mayoría protestante.
En 1531 publicó “De Trinitatis erroribus”, la cual no dejó indiferentes a ninguno de los dos bandos, los cuales se apresuraron a condenarla.
En esa obra viene a cargarse de un plumazo el dogma de la Trinidad, alegando que el Hijo no es divino por sí mismo y que la Trinidad es algo que no existe. Evidentemente, los dos bandos le fueron “tomando la matrícula”.
Parece ser que en su segunda obra “Diálogos sobre la Trinidad y de la Justicia”, intentó corregir las meteduras de pata anteriores. El problema es que su protector ya había muerto y eso se notó mucho en el cambio de actitud de algunos.
Más o menos, viene diciendo que los dos bandos tienen sus razones y sus errores, lo que pasa es que suelen censurar al otro, sin ver los puntos en los que ellos se equivocan.
Llega a decir que sería bueno que se reunieran las dos partes en algún sitio y se pusieran de acuerdo de una forma pacífica.
Como ya se ha dado cuenta de que la Inquisición va tras él, se cambia de nombre. Ahora se hace llamar Michel de Villeneuve, nacido en Tudela, para despistar a sus perseguidores. Con esta nueva identidad viaja a París, donde no consigue contactar con Calvino y luego a Lyon. Allí estuvo trabajando en una imprenta, donde, incluso, le permitieron hacer correcciones a la hora de imprimir la famosa “Geografía”, de Ptolomeo.
También llegó a conocer al famoso médico Champier, también amigo de Rabelais, con el que hizo una gran amistad y le animó a estudiar Medicina.
Para ello, se trasladó a París, donde se matriculó en la Sorbona y coincidió con el célebre Vesalio. Allí conoció a muchos sabios de la época, pero también se enemistó con algunos de ellos por defender que la Astrología influía en la vida de la gente.
Cuando estudiaba en la Sorbona se produjo la huida de su rector, Nicolás Cop, por haber leído un discurso de inicio de curso, donde se pedía a la Iglesia católica  que se reformara. Algo que no gustó nada a la Inquisición.
 Parece ser que el autor de la mayoría de ese discurso fue Calvino. Por ello, Cop tuvo que marchar a refugiarse a Suiza.
 En 1541, Servet,  vuelve a Lyon, donde conoce al arzobispo de Vienne, Pierre Paulmier,  y llega a ser su médico personal en su corte.
Allí es donde va escribiendo su obra más conocida “La restitución del Cristianismo”, de la cual envía unas pruebas a  Calvino, con el que mantenía una correspondencia regular.
En esa obra, escrita de una forma muy libre y sin atenerse a los mandatos de la Iglesia o de la Reforma, como era normal en él, publica que era partidario de ideas panteístas. No cree en la necesidad del bautismo de los niños, sino que debería de darse sólo en personas adultas y ya convencidas de que lo desean.
En uno de sus capítulos aparecen aquí sus descubrimientos sobre la circulación pulmonar de la sangre, que fue lo que le hizo famoso, aunque él nunca le dio la mayor importancia.
Él defendía que la sangre era el vehículo por el que el alma ocupaba todo el cuerpo, pudiendo así tener el hombre una condición divina.
Para él, no había grandes diferencias entre el mundo de la Medicina y el de la Teología, pues todo emanaba de la gracia divina.
Calvino le respondió enviándole una copia de su libro “Institución de la religión cristiana”. A Servet, que siempre fue un librepensador, no se le ocurrió otra cosa que hacer anotaciones críticas al margen y devolver el ejemplar a su autor.
Evidentemente, a Calvino, que ya era un hombre con mucho poder, esto no le hizo mucha gracia y le amenazó para que no apareciese por Ginebra, el feudo suizo de Calvino.
No sé si lo que le molestó a Calvino fuera el libro de Servet o que alguien se atreviera a enmendarle la plana a un tipo tan poderoso como él, porque eso podría poner en peligro su férreo gobierno sobre Ginebra.
En 1553 se publicó, aunque de manera anónima, la obra “La restitución del Cristianismo”. Parece ser que los mismos protestantes de Calvino avisaron a la Inquisición acerca del nombre de su autor.
Por ello, es apresado por la Inquisición de Lyon e interrogado por la misma. Al cabo de unos días, logró escapar, siendo fue condenado a muerte y quemado en efigie.
Parece ser que Servet se encaminaba hacia Italia y no se le ocurrió peor idea que hacer noche en Ginebra, aunque se puso un nombre falso. Allí fue reconocido por algunos calvinistas y detenido por las autoridades a las órdenes de Calvino.
Creo que no se había dado cuenta de dónde estaba, pues no se le ocurrirá cosa mejor que pedirle al Tribunal que lo interrogaba, que también fuera juzgado el todopoderoso Calvino, y así poder discutir juntos acerca de Teología.
Tras el proceso, en Ginebra pidieron el parecer de otras iglesias reformadas de aquella zona, y al final fue condenado a muerte.
La ejecución de su condena se llevó a cabo en  Ginebra el 27/10/1553, en una zona llamada Champel.
Por lo visto, fue envuelto en unas gruesas cadenas y atado a un poste. Luego, le colocaron leña alrededor de los pies y una corona de paja, impregnada de azufre, en la cabeza.
Aún en esa época, su ejecución escandalizó a muchos pensadores del momento, como Sebastián Castellion, rival de Calvino.
 Incluso, hoy en día, las iglesias que están en contra de la Trinidad, lo veneran como mártir. Se dice que su ejecución levantó tan gran revuelo que hizo que se reconociera la libertad de conciencia como un derecho democrático.
Me da la impresión de que las diversas comunidades protestantes se dividieron, en este caso, a causa de que se le culpó por intentar cambiar algún dogma. Sin embargo, el protestantismo había presumido hasta esa fecha, de que no era tan dogmático como la Iglesia católica y sus creencias no estaban tan encorsetadas como las de Roma.
Es de los pocos españoles que tienen esculturas erigidas en su honor en España y Francia. También las hay en otros países. Incluso, existen muchos centros de educación en todo el mundo que llevan su nombre
Al mismo tiempo, se han escrito todo tipo de obras para teatro, cine TV, óperas, ensayos, etc., donde reconstruyen su biografía y su pensamiento.
Con motivo del V centenario de su ejecución, fue inaugurada en Ginebra una estatua en su honor. Casualmente, se trata de una copia de la misma escultura, realizada por la artista ginebrina Clotilde Roch, hace más de 100 años, y  que no fue autorizada su instalación, porque, por entonces,  el ayuntamiento de esa ciudad supuso que podía ser mal recibida por los calvinistas ginebrinos.
De hecho, a este acto, no acudió ninguna representación de los calvinistas de Ginebra, o sea,  que es de suponer que aún no le hayan perdonado las ideas que expuso en sus obras.
Se puede decir que Servet, con sus escritos, intentó un acercamiento entre cristianos, judíos y musulmanes, pero se encontró con la oposición de los dos bandos que estaban enfrentados dentro del Cristianismo, los cuales nunca le perdonaron sus “peligrosas” ideas.
De hecho, los  dos bandos lo condenaron y ejecutaron. Los católicos en efigie y los calvinistas en persona.